LA NOCHE PENETRA DIAGONALMENTE
“LA TRANSPARENCIA DEL REFLEJO” DE EVA FELD
Por: Ramón E. Azócar A.*
…Cincuenta y cinco tonos de rubor cromático
para atajar la vanidad y los celos…
Eva Feld
“LA TRANSPARENCIA DEL REFLEJO” DE EVA FELD
Por: Ramón E. Azócar A.*
…Cincuenta y cinco tonos de rubor cromático
para atajar la vanidad y los celos…
Eva Feld
(“La transparencia del reflejo”. Caracas, Editorial Ala de Cuervo)
Recientemente la Editorial Ala de Cuervo, publicó la última novela de la escritora Eva Feld, “La transparencia del reflejo” (Caracas, 2003); ya Eva nos tiene acostumbrados a ejercicios narrativos que rompen lo convencional en la estructura de la obra literaria: “Mujeres y escritores más un crimen” (Edit. Warp, Caracas, 1999), su primer trabajo narrativo, y “Los vocablos se amaron por última vez” (Edit. Ala de Cuervo, Caracas, 2000); son un muestrario de la búsqueda en el oficio escritural de una manera de apreciar los acontecimientos urbanos desde el interior de sus ejecutantes. Con esta obra Eva no viene a complacernos con imágenes y acciones pre-diseñadas, balbuceadas en un castellano concreto y metódico; lo que nos trae Eva es un texto con arquitectura, con formas, con segmentos encontrados; toda una edificación de sensibilidades y razonamientos que deambulan entre personajes comunes, pero que destellan una profunda invasión de dolor y melancolía. Sin embargo, los personajes no son tristes, están callados. Toman el itinerario de la historia, mas no gravitan en temporalidad alguna. El lector aprecia un tiempo, pero los personajes no comparte esa movilidad: están inertes, mirando hacia los lados y hacia adentro. El espacio se reduce a lo humano, a esos pequeños detalles que hacemos a diario y que sólo lo percibimos cuando una mirada acuciosa los identifica.
“La transparencia del reflejo”, en su estructura narrativa, está enmarcada en un estilo mesurado de atracción de hechos y acciones. Esta estructura la aprecio en cinco segmentos: 1.- Ideas lineales que van presentando a los personajes contrastando con una cronología histórica de acontecimientos; 2.- La narración de los hechos y la conexión de los mismos desde un punto de vista valorativo, no de acontecimientos; 3.- El insertar la narración en primera persona en la historia, a través de un personaje que se va mudando a cada uno de los personajes; 4.- El enfrentamiento y choque de las acciones que se dan el la historia, las cuales lejos de tener un desenlace se multiplican compulsivamente; y 5.- Los códigos; la obra está inundada de códigos, de marcas, cuya nomenclatura para descifrarlos es el punto más motivador de su lectura. Obliga al lector a participar con el escritor en la confección final de una atrayente historia, por ello, y esto me atrevo a decirlo como lector compulsivo de Eva, cada persona que lea la novela tendrá una versión particular de ella. Y más allá: cada persona que lea la novela le dará un sentido estético literario muy particular, por lo cual la escritora no tendrá vida terrenal para poder hilar todas las historias que nacieron con Eugenio y Lya, y que rompieron esquemas con Adriano y Mariana.
El otro aspecto del trabajo narrativo de Eva es el manejo de palabras y expresiones que buscan insertar nuevas estructuras de comunicación: aviesos, tejemaneje, soslayo, mujeres-niñas, artófagos, ahítos, entre otras; promueven el inventario de formas de expresión no muy comunes en la apreciación narrativa de los hechos. Por supuesto, en la medida que el ejercicio narrativo va evolucionando en su contexto de historia nos topamos con la intención plena (quizás descabellada en esta época) de estructurar un mensaje a través del meta-lenguaje. En la página 99, se gratina la experiencia de romper esquemas preconcebidos para incursionar más allá de las formas de expresión existentes: “…Curva envolvente de rayos luminosos Unívoco punto la procedencia y el fin. Reflexivo reflejo en constante arritmia. Diástole-sístole. Dia Sis Dia Sis diálisis, día de Isis. Diosa cabeza de vaca inmune al sacrificio minoico, a la hecatombe y al holocausto. Y, sístole y diástole, pulsión por hallar a Osiris fraternal, incestuoso, en cien fragmentos disperso por el universo. Sístole, sístole, sístole hasta completarlo y convertirlo en momia de adoración, en criatura mitológica, Isis amamantamamantamamanta Amamantada giro en espiral cósmica, alcanzo a verme la cola de cometa, giro al interno energía devorando…”
A todas estas, los textos de Eva son reiterativos en dos debilidades frecuentes en la literatura francesa contemporánea: la excesiva explicación del origen de algunos personales ( caso de don Alberto); y los saltos estrepitosos en la narración temporal de los hechos. El primero hace pesada la lectura, el segundo da dificultades al lector en su tarea por comprender el hilo de la historia. Claro está son “debilidades”, entre comillas, porque nos afectan al lector, ello no quiere decir que sean estrategias preconcebidas por la autora para obligar al lector a tomar mayor participación en acción lectora. Aunque esto no le resta belleza al contexto que situaciones que nos presenta Eva como escenario de vidas afines a la realidad citadina, pero inmensamente profundas en sus consecuencias y valores. Podríamos sugerir a la autora que relacionara ese mundo descrito en “La transparencia del reflejo”, con un mundo paralelo subterráneo, pero no de la tierra, sino del alma de los hombres.
En cuanto a la figura de Eva Feld como escritora, con este trabajo se ubica en un género de vanguardia en la literatura contemporánea venezolana; un género que encabeza José Manuel Briceño Guerrero (“Anfisbena, culebra ciega”, Mérida, 1992) y Teódulo López Meléndez (“Selinunte”, Mérida, 1993), por ser coincidentes en el uso de un lenguaje que confronta el convencionalismo y la actitud pasiva de algunos escritores. Quizás sean los rebeldes sin causa, o quizás los que teniendo causa no renuncian a ser rebeldes.
“La transparencia del reflejo” permite otro tipo de lectura: la de los significados. En la medida que uno hace el amor con las páginas van tornando expectativas acerca de situaciones que hagan posible revolcar al lector cuando menos lo espera; así nos aparece la narración de Mariana (Pág. 26) en la cual el fluir de las imágenes habla por sí mismo: “…Cocino masturbando lo vegetal, lavo el pepino parsimoniosamente y aún antes de comenzar a descartarle la piel, me da gusto recordar sus propiedades hidratantes. Llevo el fruto a mi rostro y lo voy girando contra mis pómulos. Largo rato me detengo en la comisura de los labios para prolongar en mí el deseo de morderlo. Un frescor como de rocío desprende el pepino su recorrido colector de humores faciales. Luego lo cerceno en ruedas muy finas y lo salo profusamente. Su verdor pálido queda suplantado por un color que asemeja el del mar coralino cuando rozo la arena. Allí lo dejo por unos minutos en un regodeo eyaculador. Cuando vuelvo a mirarlo, lo hallo aguachinado y sumergido en su propia secreción. Lo tomo en mi mano y lo exprimo al máximo, separando el cuerpo de la materia mediante la fuerza, sin determinar en cual recipiente queda almacenada la virtud. He intervenido la forma fálica, la he rebanado en ensalada. Sustituyo el exudado pepino con una mezcla de azúcar y vinagre. Mis manos han quedado olorosas más no saciadas, de manera que hurgo en la nevera en procura de materia prima para hacer croquetas…”
Los textos de Eva son un claro muestrario de cómo se puede ver la existencia cuando la noche penetra diagonalmente, es decir, cuando el lenguaje es el protagonista y no la historia.
Desde la lectura de “Los vocablos se amaron por última vez”, me había impresionado el trabajo narrativo de Eva Feld, pero con el encuentro con “La transparencia del reflejo”, he descubierto una autora en plenitud, con un avance agigantado en su búsqueda escritural, con un texto lacerado, madurado; con una concreta y real percepción del mundo interior que desea transmitir. En una palabra, y haciendo un palabreo a una frase de Eva, “todos leeremos este libro, pero tendrá un sentido único para cada uno de nosotros”.
*.- Politólogo, Msc. Administración; escritor y crítico literario. Autor de “La revelación de Oanes”, ensayos acerca del anarquismo; “Hacia un nuevo Paradigma Educativo”, y “Soledades”, obra poética.
Recientemente la Editorial Ala de Cuervo, publicó la última novela de la escritora Eva Feld, “La transparencia del reflejo” (Caracas, 2003); ya Eva nos tiene acostumbrados a ejercicios narrativos que rompen lo convencional en la estructura de la obra literaria: “Mujeres y escritores más un crimen” (Edit. Warp, Caracas, 1999), su primer trabajo narrativo, y “Los vocablos se amaron por última vez” (Edit. Ala de Cuervo, Caracas, 2000); son un muestrario de la búsqueda en el oficio escritural de una manera de apreciar los acontecimientos urbanos desde el interior de sus ejecutantes. Con esta obra Eva no viene a complacernos con imágenes y acciones pre-diseñadas, balbuceadas en un castellano concreto y metódico; lo que nos trae Eva es un texto con arquitectura, con formas, con segmentos encontrados; toda una edificación de sensibilidades y razonamientos que deambulan entre personajes comunes, pero que destellan una profunda invasión de dolor y melancolía. Sin embargo, los personajes no son tristes, están callados. Toman el itinerario de la historia, mas no gravitan en temporalidad alguna. El lector aprecia un tiempo, pero los personajes no comparte esa movilidad: están inertes, mirando hacia los lados y hacia adentro. El espacio se reduce a lo humano, a esos pequeños detalles que hacemos a diario y que sólo lo percibimos cuando una mirada acuciosa los identifica.
“La transparencia del reflejo”, en su estructura narrativa, está enmarcada en un estilo mesurado de atracción de hechos y acciones. Esta estructura la aprecio en cinco segmentos: 1.- Ideas lineales que van presentando a los personajes contrastando con una cronología histórica de acontecimientos; 2.- La narración de los hechos y la conexión de los mismos desde un punto de vista valorativo, no de acontecimientos; 3.- El insertar la narración en primera persona en la historia, a través de un personaje que se va mudando a cada uno de los personajes; 4.- El enfrentamiento y choque de las acciones que se dan el la historia, las cuales lejos de tener un desenlace se multiplican compulsivamente; y 5.- Los códigos; la obra está inundada de códigos, de marcas, cuya nomenclatura para descifrarlos es el punto más motivador de su lectura. Obliga al lector a participar con el escritor en la confección final de una atrayente historia, por ello, y esto me atrevo a decirlo como lector compulsivo de Eva, cada persona que lea la novela tendrá una versión particular de ella. Y más allá: cada persona que lea la novela le dará un sentido estético literario muy particular, por lo cual la escritora no tendrá vida terrenal para poder hilar todas las historias que nacieron con Eugenio y Lya, y que rompieron esquemas con Adriano y Mariana.
El otro aspecto del trabajo narrativo de Eva es el manejo de palabras y expresiones que buscan insertar nuevas estructuras de comunicación: aviesos, tejemaneje, soslayo, mujeres-niñas, artófagos, ahítos, entre otras; promueven el inventario de formas de expresión no muy comunes en la apreciación narrativa de los hechos. Por supuesto, en la medida que el ejercicio narrativo va evolucionando en su contexto de historia nos topamos con la intención plena (quizás descabellada en esta época) de estructurar un mensaje a través del meta-lenguaje. En la página 99, se gratina la experiencia de romper esquemas preconcebidos para incursionar más allá de las formas de expresión existentes: “…Curva envolvente de rayos luminosos Unívoco punto la procedencia y el fin. Reflexivo reflejo en constante arritmia. Diástole-sístole. Dia Sis Dia Sis diálisis, día de Isis. Diosa cabeza de vaca inmune al sacrificio minoico, a la hecatombe y al holocausto. Y, sístole y diástole, pulsión por hallar a Osiris fraternal, incestuoso, en cien fragmentos disperso por el universo. Sístole, sístole, sístole hasta completarlo y convertirlo en momia de adoración, en criatura mitológica, Isis amamantamamantamamanta Amamantada giro en espiral cósmica, alcanzo a verme la cola de cometa, giro al interno energía devorando…”
A todas estas, los textos de Eva son reiterativos en dos debilidades frecuentes en la literatura francesa contemporánea: la excesiva explicación del origen de algunos personales ( caso de don Alberto); y los saltos estrepitosos en la narración temporal de los hechos. El primero hace pesada la lectura, el segundo da dificultades al lector en su tarea por comprender el hilo de la historia. Claro está son “debilidades”, entre comillas, porque nos afectan al lector, ello no quiere decir que sean estrategias preconcebidas por la autora para obligar al lector a tomar mayor participación en acción lectora. Aunque esto no le resta belleza al contexto que situaciones que nos presenta Eva como escenario de vidas afines a la realidad citadina, pero inmensamente profundas en sus consecuencias y valores. Podríamos sugerir a la autora que relacionara ese mundo descrito en “La transparencia del reflejo”, con un mundo paralelo subterráneo, pero no de la tierra, sino del alma de los hombres.
En cuanto a la figura de Eva Feld como escritora, con este trabajo se ubica en un género de vanguardia en la literatura contemporánea venezolana; un género que encabeza José Manuel Briceño Guerrero (“Anfisbena, culebra ciega”, Mérida, 1992) y Teódulo López Meléndez (“Selinunte”, Mérida, 1993), por ser coincidentes en el uso de un lenguaje que confronta el convencionalismo y la actitud pasiva de algunos escritores. Quizás sean los rebeldes sin causa, o quizás los que teniendo causa no renuncian a ser rebeldes.
“La transparencia del reflejo” permite otro tipo de lectura: la de los significados. En la medida que uno hace el amor con las páginas van tornando expectativas acerca de situaciones que hagan posible revolcar al lector cuando menos lo espera; así nos aparece la narración de Mariana (Pág. 26) en la cual el fluir de las imágenes habla por sí mismo: “…Cocino masturbando lo vegetal, lavo el pepino parsimoniosamente y aún antes de comenzar a descartarle la piel, me da gusto recordar sus propiedades hidratantes. Llevo el fruto a mi rostro y lo voy girando contra mis pómulos. Largo rato me detengo en la comisura de los labios para prolongar en mí el deseo de morderlo. Un frescor como de rocío desprende el pepino su recorrido colector de humores faciales. Luego lo cerceno en ruedas muy finas y lo salo profusamente. Su verdor pálido queda suplantado por un color que asemeja el del mar coralino cuando rozo la arena. Allí lo dejo por unos minutos en un regodeo eyaculador. Cuando vuelvo a mirarlo, lo hallo aguachinado y sumergido en su propia secreción. Lo tomo en mi mano y lo exprimo al máximo, separando el cuerpo de la materia mediante la fuerza, sin determinar en cual recipiente queda almacenada la virtud. He intervenido la forma fálica, la he rebanado en ensalada. Sustituyo el exudado pepino con una mezcla de azúcar y vinagre. Mis manos han quedado olorosas más no saciadas, de manera que hurgo en la nevera en procura de materia prima para hacer croquetas…”
Los textos de Eva son un claro muestrario de cómo se puede ver la existencia cuando la noche penetra diagonalmente, es decir, cuando el lenguaje es el protagonista y no la historia.
Desde la lectura de “Los vocablos se amaron por última vez”, me había impresionado el trabajo narrativo de Eva Feld, pero con el encuentro con “La transparencia del reflejo”, he descubierto una autora en plenitud, con un avance agigantado en su búsqueda escritural, con un texto lacerado, madurado; con una concreta y real percepción del mundo interior que desea transmitir. En una palabra, y haciendo un palabreo a una frase de Eva, “todos leeremos este libro, pero tendrá un sentido único para cada uno de nosotros”.
*.- Politólogo, Msc. Administración; escritor y crítico literario. Autor de “La revelación de Oanes”, ensayos acerca del anarquismo; “Hacia un nuevo Paradigma Educativo”, y “Soledades”, obra poética.
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