Rondas
Teódulo López Meléndez
A Eva
PRIMERA RONDA
Inmersión
1
Quedo sobre la mañana de trapo
rojo en un piano insensible cuyas teclas hacen de esclavinas murmurando tedio.
Digo, mientras el jazz escancia y explana teorías como aletas desgastadas del
vino. Las sentencias de rio monocorde transcriben la farsa desleída, corrompen
la señal de una estrella pintada en un vaso y un sueño magañoso. Las llaves
brillan en la puerta que está allí.
2
Transcribo. El escribiente
murmura dedos. Sucede el tiempo, creo esta calle oscura sin animales no maúlla,
no se ve la lisura, la mengua amputada. Vamos a contarle al vacío una
circunferencia. Los mástiles desbocan la tortuosa madera, esos dientes aíslan
traspapelan y la incoherencia me envuelve suave como un manto de olvido.
3
Una sombra se envuelve en papeles
yace algo yace allí la demencial parsimonia. Raíces dejadas sobre un cemento la
luz miro y no veo una espiral que me deshace los ojos. Pronuncio lo mudo,
arqueo la tozudez, desgasto protegiendo lo concéntrico, soy posterior.
4
Puedo con mi desgaje la piel en
lo insignificante no estoy para hacerme humo debajo de la corteza de la cueva
la sal se expande lamer óxido de cintillos anudados la percepción corrompida en
aquella profundidad.
24 de diciembre 2020
El fingimiento de la
memoria
1
Jugar con la noche no me
corresponde, no es mía, dejado allí como árbol desgastado, una imposición hosca
que mis uñas cortan de criaturas pequeñas. Puedo andar sobre animales bicéfalos,
no me cuenten de pelajes desconocidos, mido la distancia entre la muerte y la
sobrevivencia en el estanque que soborna.
2
Las llaves y las puertas unas
transparentes se mueven desde el ángulo irrisorio cuando meto los dedos en el
espejo una distorsión escapa y persigue por los fláccidos espacios del contorno.
Limito angosto reduzco, no está en la amplitud de cadáver el manto a menos que
alguien se siente para la apariencia de lo inevitable.
3
Resumamos lo difícil considerando
que todo está lo mejor posible. Anatema la imposibilidad de la palabra garfio,
el cuello atizonado de una penumbra no no no es la noche, váyase al desván tal
conjetura, se trata del orden del desvarío cada porción regada sobre lo
enclenque apalancado de tiempo. Ya basta esta animal memoria que finge.
Jeringonza
1
Debo contar se me repite y la
estafeta clausura y me provoca irme a dormir pues allí se asoma un ruido de
manantiales trastocados y el agua lava las uñas y siento la tala de mis dedos
que se acortan. Es un inmenso ver la reducción de los anillos sin huesos largos
no se sostienen nada de lanzarlos a los improperios de los paraderos imprevisibles.
2
El silencio es tan profundo como
una canción cortada, la evaporación trata de un desgarre de la atmósfera, haz
ejercicios respiratorios que el tabaco se te ha hecho meandro, a ver a ver
hondo una docena y desdibuja desde allí suena, no sabes no huelas esconde en
una jeringonza.
Ceguera
1
La señal viene desde abajo buceo
la obviedad y las palabras circuitos se hacen arrugas trasteando los estantes.
Son diseños que la pared absorbe y me absorbe hasta marca antigua sobre el
lenguaje insonoro la raya en el muro se deslíe la limpieza de los sonidos
infecundos.
2
Vuelvo a mirar la sonrisa
implantada en los escarabajos y mis dientes carcomidos por los alimentos de los
piojos. Reptan los vocablos la hilera sólo puede ser exterminada con un paño
húmedo asesino de insectos y procedo y vuelven a surgir de los intersticios de las
hendiduras de las misericordias de la sobrevivencia.
3
Recibo la advertencia del capuz y
respondo con una mueca deslizada desde las encías de la parsimonia enderezo
estos huesos y pongo palabras sobre el lugar donde sigue ese borde del lugar y
dicen que de cataratas de sombras y no puedo ver más allá no puedo ver más allá
y no sé si es la ceguera de mi extinción.
La palabra inmóvil
1
Debería venir distraída en otros
a mi suerte de tamarindo olvidado y paloma al tentativo de tocarlas sobre el
filo de una madera erguida. Los higos aún sobre el verdor opaco de un despeñadero.
Oh, el desgaste exhuma el mirar de cuando se añoraba la tapia, el resumen de la
tierra envuelta en canales para impedir la entrada a los recintos.
2
El cuaderno está allí en un
gusano verde desmantelado. Las ruedas no logran el escape no viene tras el
marcaje de la vendimia y el viaje. Se hace grano diletante sobre la caída al
borde de la estatua similar a una sombra.
3
¿Adónde? En el interior de una mordida
o en el secreto debajo de un lecho inocente. Oigo en la ventana que no existe,
en la tranca inofensiva de la puerta puesta allí al azar de la aventura.
Pedaleo el tiempo no me interesa si porfía vuelvo ah, el cuaderno la tinta de
la parsimonia allí estoy pasmado de palabra inmóvil.
El territorio de la
prisa
Tuerto enclenque emito las voces
las oigo pero se me distorsionan no puedo confesar intenciones se me ha hecho
una pausa donde habito y sigo mirando sin oír este silencio me hace sujeto de
los pajarillos negros que entran a mi cocina. No se sabe que buscan pues no
dejo mendrugos sobre el territorio de la prisa.
Las calles solitarias
1
Si son lisas serían chubasco de
una pisada de tinta un dedo impregnado advertencia sobre una torcedura trazada
desde este desgano forzado a la palabra.
2
Debo invocar al cosmos supuesto
viajero sin percepción pergeñador a oír a oír la voz desde no sé a qué sabe
merezco un estertor de los antiguos constructores de calles solitarias.
Rotular
1
Puedo estar en la constelación de
lunares barridos por la insolencia del vacío, apenas una tentativa de expansión
a la cordura de lo que se extiende más allá de mis arcadas donde sigue. La
velocidad aletarga y no puedo usar la humedad de mis tentáculos. La velocidad
barre las ecuaciones del lenguaje de bicicleta de niño tentado.
2
Admito un zumbido de trompeta una
catalepsia de moribundo que aspira un letrero de carcajada anunciando el sitio
y la aceleración permitida de los años luz extendidos en un pergamino de
Mesopotamia o en el relato de un imperio caído. Nada dice aquí de la distancia
del entrevero humano ni mido mis pálpitos que ya a nada saben en lo que sólo va
como una trementina untada sobre mi pecho para calmar la tos de los pálpitos.
3
No recibí convite ni una tarjeta
con identificación, soy un entrometido sin biosfera agradezco mi resistencia al
impacto certero que se abre para ceder el paso hacia la nada y asumo una
inédita felicidad de volver a su propiedad a su dominio sin nombres y
construcción de párrafos. Pero debo rotular si no rotulo niego y rotulo para no
negar absolución desleimiento abstracción y en la duda me siembro para no
rotular.
SEGUNDA RONDA
Pairar
1
Los arados se divierten al
alejarse hechos fuego de las cicatrices perpetradas de pasajes en la superficie
colectiva de los astros. Más allá sobre la nada el vacío se rellena de los
efectos previos de los bueyes. Estos son tiempos de ver carromatos cargados de
cadáveres mientras la velocidad rompe una tiniebla y otra se aposenta sobre las
veredas sin verdores.
2
De espaldas voy poniendo nombres
heredados por mi memoria de antiguas ciudades y de ruinas, una columna
subterránea o un reflejo en el mar transparente como un recuerdo de segundos.
Escojo al azar bajo el capricho de las tortuosidades y me erijo en registro de
redondeces amontonadas donde es ocioso detenerse a verificar si hay vida.
3
Así tantas historias que podría
contar si tuviese el dominio de lo
atemporal y el vértigo de esta inmersión no ocupase mi deshecha cintura y mi
columna de lagarto. A ratos trato de mirarme adentro para recobrar y las letras
se mueven en zumbido en combinación con lo exterior. Me he hecho parte de esto
donde voy y así decido quedarme para pairar sin contriciones.
Sin traducción
1
Una oscuridad sobrevenida indica
la magnitud del engaño y una tenue llovizna lo confirma. Hay aquí una atmósfera
y vuelve el ruido de la lejanía en pies envueltos en pelos de animales
callejeros. Un grito se posa entre construcciones y logro detenerlo con la
palma de la mano. Hay pasos y gente que habla pero no entiendo. No estoy sordo
sólo que no distingo los sonidos. Puedo oír lo que dicen en esa calle de la
ciudad del idioma incomprensible. Debo determinar su nombre pues son todas
plenas de la misma hambre.
2
Veo pasos y oigo rostros hasta de
una mujer que se tambalea sobre sus bordes. Los lugares están llenos y ensayo
adivinar se llama Caracola se llama Trementina se llama Viento en Convulsión.
Entiendo el idioma siempre el mismo que brota de gargantas en suspensión.
Conozco lo que dicen y no traduzco al pergamino que escondo debajo de mi
lengua.
En el espacio reducido
1
Mi voz sale de ronquidos
exhumados de huecos en la hierba quemada por el tibio pacer de la entrañas. La
administro al respirar la soledad de un frío dejado sobre una colcha de
murmullos y viento. La identifico en unas ramas amarillas abandonadas a su
quehacer de tiempo. La tomo en los muñones que me restan y expulso humo sobre
el espacio reducido.
2
Logro identificar sentidos en la
pequeña araña entrometida en la pintura de puerto en blanco y braceo
persiguiéndola en el aire estancado mientras los ruidos circundantes gritan a
coro mi silencio.
3
Si la veo ronca deshago menta en
el armiño y si la olfateo turbia aplasto el insecto que se suma a mi mano y si
la oigo amarilla libero un ojo en la memoria para que este invierno simulado
convierta de resuello a esponja.
4
Creo anda extraviada en los
senderos que las hormigas trazan y me uno a ellas en la prisa de un diapasón
desamarrado con negrura cansada. Sale de ronquidos exhumados y hurgo en el
barro de esta agua mía evaporada.
Si logro sobrevivirte
1
Podría condenarte por terminar
sobre la Vía Láctea con voces advirtiendo cementerios de otros hombres. Tal vez
por esta tenue luz que se hace hisopo en la resequedad antigua. Te asumo como
último de tu raza de pronósticos. Te hago sargazo en los secos mares de este
mundo y de los otros antiguos de hojalata sustituidos al igual por tus símiles
hambrientos.
2
Te llaman tiempo la matemática y
los poetas medidores del olvido. Te llaman número los grandes consumidores de
éter y vacío. Te llaman en las calles del desierto onírico y en los balcones
despoblados y en la heredad de los símbolos. Veo te usan los astrónomos para
aseverar que por toda la galaxia hay muertos sin enumerar los lenguajes
hundidos.
3
Asumo la marcha de los relojes
invertidos y busco la palabra de tu nuevo nombre entre los higos con olvido
declarado de virus y asumiendo la declaración formal de los telescopios sobre
un tamarindo en la boca de un cráter intersticio tallado por los otros en la
memoria que la tierra guarda aunque tierra no fuese llamada ni la medición
fuese copia tuya.
4
No pretendo llevarte a la pila
bautismal sino a tu sepultura. Se bautiza al irse como a una señal de radio
captada en las grandes orejas de los elefantes y que se metamorfosean en
colmillos. Te llamaré andrógeno cuadrúpedo o como a mi voluntad le dé la gana
si logro sobrevivirte por un segundo.
31 de diciembre 2020
TERCERA RONDA
La muerte de los estorninos
1
Volaban sincronizados a la
imaginación de una galaxia. Al unísono se defendían de los arcos. Buscaban
alimentarse del silencio del tedio de los escombros con miles de soles
garabateando las amenazas.
2
Decían en lenguaje común el
atardecer lo suficientemente bajo para sobrevivir y entrar en el sueño
comunicados con el vuelo. Cantaban indicando su posición y evitando los
atropellos de las siluetas mediante la evasión de la luz que vulnera.
3
No había halcones sino hombres en
la peligrosidad esmerilada. No se preveían asteroides desmigajándose sobre la
exhortación del desdoblarse y sólo los núcleos se giraban. Los estorninos
alfombraron el hedor a pólvora.
3 de enero de 2021
La golondrina imaginada
1
Ya sabía en una golondrina cerca
de mí en una vía antigua. Estudié su andamiaje y sus señas de cansancio para
morir de aguas sulfurosas. Modulaba sin adentrarse en el día anterior de
alpinista de vientos.
2
Ahora leo desde lejos su arruga
en pergamino esparcido sobre la quimera y vuelvo sobre el tiempo caducado en la
ciudad alejándose en sus ruidos.
3
Ya sólo veo que mi vista se ha
tornado extraña. No es voluntaria mi distorsión de los tamaños. Siempre recelo
que aquella golondrina era imaginada.
La visita
1
Vienen en anguarina de
antigüedades crónicas y deshago el rostro a las verjas y al gránulo de meollos.
No les basta mi quietud sonámbula.
2
Cuando salgo hacen trazado de sus
cuerpos a festejar mi abandono de la caparazón en silos y relatan noticias de
burgos lejanos y abandono.
3
Puse campanillas para detectar su
desahogo pero se evaporan entre ellas con habilidad entreabierta de canícula.
Están ahora por aquí, picoteando hieres.
Desde el inicio
1
Transcurre desde el inicio.
Adviento soplo imanto los términos que dicen mediodía, las tormentas agazapadas
en los muñones de los giros. Huella abajo a ver los minerales ácidos los
entreveros de mi tanteo iluminados.
2
Hago pájaros de mi arar los
promontorios al sacarlos de una piedra coagulada. Ya saben de mi tanto que
vienen apenas comienzo a mascullar su hábito. Ya impiden que mis uñas se
rasguen haciendo de su visita una tarde.
3
Apenas me volteo a ver sobre lo
blanco la crineja de sus descuellas imantadas. Reinicio así poniéndoles tonos
de mis asistencias vacías que trazan. Una algarabía me imagino de silencio en
los espacios y al inicio a buscar parajes.
CUARTA RONDA
En un tiento
1
En un tiento la luz se deshizo
escapada del añejo aguamanil del tiempo. Silenciosos el espacio negro y la
delimitación de las distancias. Estaba allí la noche espolvoreada de almendros
y la navegación sin cuerpo junto a la inmensidad de los trastornos.
2
Se usurpa de la mano recipiente
embebido en el vacío una absorción que deforma los dedos y cruza el rostro
indebido de marchito. Para comprender las gotas que brillan sin sí mismas es
menester deshacerse sin atmósfera y desprenderse con olvido.
3
Los espacios vacíos se hacen y
las ventanas huecos que halan y las moradas lejanía. Dentro allí fuera y fuera allí dentro. La
noche zumbido monótono y la oscuridad un oficio. El espacio polvoreado despide
y ya sin nombre se ha encontrado un destino.
A merced de la apresura
1
Este mundo sin caminos no tiene nubes de nombres mientras
distantes se apiñan constelaciones de rasguidos. Solas canicas sobre un sostén
oscuro en un abierto cual espejo de ojos sin mirada.
2
No quiero tocar una respuesta de
congruente ni provocar alteración del zumbido monótono que ejerce el
equilibrio. Dejo que desnudo me cubra la pátina redonda de cien fuegos y las piedras se enorgullezcan de minerales
derretidos en las calderas de vapor espeso.
3
No hay indicios de posadas y de
albergues, camas donde dormir la embriaguez ni puertas de goznes chirriantes
por desuso. La flotación de la oscuridad cobija la respiración sin oxígeno y
las palabras traducidas. Los ojos innecesarios se dejan a la merced de la
apresura.
El tejido de la certidumbre
1
Contraseñas pacen en lectura.
Adentro y afuera, la red tupida de copias entrelazadas en hábitos y millones de caídas. Son largos nodos de agua
oscura y de ardor líquido.
2
Se hace el poema como un síntoma
y una transposición de quietud de
fracaso. La locura nace en él al otear lo perdido en los síntomas enterrados
por los vientos en búsqueda.
3
Allí quedaba algo edificado por
criaturas sumidas en el reverbero de los siglos y aquí la memoria de un
instante confundido en recuerdo. Los filamentos son estopa en llamas.
4
El tiempo es un vaho detenido en
una letra, la búsqueda en aprenderse de un cuaderno encontrado en la repetición
que te enseña la obstinación de leer signos.
5
Adentro y afuera está el tejido
de la certidumbre donde yacen los sepulcros de epitafio repetido. El que se
interna busca el suyo mientras conmemora su piel y los quejidos.
1 de febrero 2021
QUINTA RONDA
La armonía de las notas despejadas
1
El elástico vibratorio del cuerpo
se hace afluente de una veta cesante. Al tropiezo se le encuentra y se le mira.
2
Se ausculta guiando en si su
propia muerte mientras confirma al hombre en una quimera del hombre.
3
Y no se tiene mirada y el tacto
inútil ante la nada y la monotonía del silbido validado como eco y el olfato
sin simientes en esta confirmación de los inventos.
4
Podrá llamarse la avenencia de
las notas despejadas y así la música acepta su conversión y la palabra en
armonía.
En el vacío
1
Desde el vacío a la materia
tupida y al deshabitado que irradia de ausencia. Surjo a amasar y a nombrar en
el soliloquio de la trashumancia la inexistencia a donde voy.
2
Amalgamo con mis ojos cortados y
organizo la distancia desde giros e impongo la clemencia de un superviviente a
los escondrijos de los símiles.
3
No logro tomar entre mis dedos la
respiración de lo recóndito. Sé que en algún lugar están las hendiduras a seres
extraviados y aduzco la ceguera original de lo marchito.
4
Estoy lleno de esta materia de lo
siglos y de lo inhóspito de las búsquedas, de células dispersas que dejo en
cada centinela y en las torres fortificadas. Crujo sin viento.
La lejanía del origen
1
Me confundo en elemento que hinca
una grafía e ingrávido gira sobre calma y en escape de residuos.
2
No amorfeteo la historia de los
fines en el parear del sempiterno. Signo de escribidor translúcido las
navegaciones al vacío.
3
Desconozco donde estuve detenido
ahora que me reconozco de nuevo sin cuerpo a aterirse y apenas me he girado a
ver la lejanía del origen.
27 de julio de 2021
Indagación
1
Indago quiéralo o no sobre vacíos
y fuerzas imántalas y esta delgadez de los destinos. Si indago las fuerzas
centrípetas despiertan en desconcierto alucinado. De la falta vuelve a
reconocer que borbotea signos.
2
Acaso este espacio vacío entre
disposiciones siembra asilo y sin tiempo convertirse en hueco blanco y blando
sin memoria.
3
Quedo indescifrable en lo ahogado
tal como se emite y me conforma inhabitable. No me tienta el arribo a alguna
formación rocosa plena de vestigios.
SEXTA RONDA
Desmemoria
1
En el lejano origen ya no hay
nada. El punto escaso se ha difuminado en la absorta multiplicidad de los
latidos. Los fragmentos del ahora hacen su
voluntad en mis retinas quemadas del exceso.
2
El tiempo ha cambiado su rumbo.
No hay pasado ni en las viejas luces que ahora miro extrañado de penumbras.
Aquella minúscula cada vez más lejos. Sólo un calor arrepentido viene de ella
en desmemoria.
3
Las piernas de aquella galaxia
empobrecida se despojan y asimilo ventanas amarillas a la velocidad de los
zumbidos. Soy una fracción que se evapora sin cuerpo posible a un regreso.
Temperatura
1
Abuso la lectura de las
ordenaciones y al aproximarme creo en estampidas de colores. Las formas de las
frases confunden las rutas en bosques de luciérnagas y la traducción de los
empeños. No puede uno perderse en las señales de lo opuesto.
2
La temperatura es vorágine que
estigma. Asombran el orden y el destello a la flotación de una mirada imaginada
en el orden desconcierto. Pacer en el vacío tempera las viejas fronteras del
despojo de sentidos.
3
Irradian y la medición inexiste
en el fuego de un proceso repetido. Allí debe haber esqueletos de dioses
enterrados y pinturas desplegadas en las llamas. Allí deben estar las
calenturas y los ardores a deshacerse en el olvido.
Colores
1
Aciano de los nervios las
longitudes de las ondas que aún absorbo de reflejos. Tiene ventanas antiguas y
un corredor hacia el jardín interior de lo fugado. Si hubiese madrugada diría
de riegos atravesando metales desde un pesebre de hierbas hacia la desaparición
imaginada.
2
Inmutables destellan obedientes
cual rapaces en las ramas interiores de una absorción exagerada. Quiero mirar
desde lo negro los huecos en semillas que duermen la exageración, sin embargo
no tengo el poder de las entrañas.
3
Sé que hay colores pues me
sorprende una retención de cuando ojos me daban de las pieles y glucosas
percibir de lo trazado. Abuso al utilizar los viejos nombres. Estos deben tener
otros que allí algunos originan y más allá otros olvidaron.
Sonido
1
Mis oídos se perdieron en las
ondas de los recolectores de las lluvias y en los huecos de las maderas.
Carcoma en las paredes el aire distribuía experimentos con caracolas y las
burbujas de las bocas de los frascos. Los cuerpos sonidos de los seísmos del
lapso.
2
Eran de agua y aire y de naranja
los vigores y la dispersión se defendía con panales de barniz en las voces
compasivas. Ahora aguzo de esta caldera lo sonoro en mí. La parsimonia teje el
sonido infinito.
INFINUTUS
De lo incesante
1
Sin restricción lo indeterminado
subyuga al despojado. No hay realidades que limiten ni confusiones sin albor.
Todo dentro de la inmensidad de mi trasnocho.
2
No hay mínimo que excluya. Me
restituyo de esta inmensidad innecesario y observo los capullos en desmedro de
lo ausente.
3
Esto es lo buscado de la forma
que delimita la materia que percibo desde mi exclusión total de ella. Pueden
ser alteraciones lo que veo y estar adelantado detectando lo que hay más allá
de este infinito.
4
Se parecen los errantes, hiervan
o estén secos, sean eriales o custodios de anticuadas sobras, sean virginales o
rasgados de amorfas existencias. Me pregunto inconforme, quizás la hondura de
mis rondas.
Paradojas
1
Más allá múltiple y no nada. Los
átomos me identifican finitud de vacío, si esfera divisible en el continuo.
Devengo y he de sucumbir entre antes y después.
2
De substancia imaginada donde
universos infinitos no cabe toparse con un límite y proclamar un centro que es
sí mismo quizás ahora de tiempo no
medible.
3
No puedo resolver las paradojas
desde un Uno. Habré de terminar estas rondas en el viejo lenguaje de mi origen
y con las palabras del caído.
ÍNDICE
PRIMERA RONDA
Inmersion
El fingimiento de
la memoria
Jerigonza
Ceguera
La palabra inmóvil
El territorio de
la prisa
Las calles
solitarias
Rotular
SEGUNDA RONDA
Pairar
Sin traducción
En el espacio
reducido
Si logro
sobrevivirte
TERCERA RONDA
La muerte de los
estorninos
La golondrina
imaginada
La visita
Desde el inicio
CUARTA RONDA
En un tiento
A merced de la
apresura
El tejido de la
certidumbre
QUINTA RONDA
La armonía de las
notas despejadas
En el vacío
La lejanía del
origen
Indagación
SEXTA RONDA
Desmemoria
Temperatura
Colores
Sonido
INFINITUS
De lo incesante
Paradojas