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http://www.scribd.com/doc/16018466/Vivo-por-excepcion
NOTA BENE
Solo a los escritores les he dado, de manera lícita y sin despertar sospechas de esquizofrenia, expresar en todo su esplendor la multiplicidad y la complejidad del ser humano. De no ser porque cuento con el apoyo de escritores de la talla de Unamuno, Slotedijk, Nabokov Nietzsche o Derrida, entre otros, ni siquiera me atrevería a esgrimir con grandilocuencia y vanagloria los motivos que me hacen convertir a mi padre en libro, a menos de dos años de su muerte. La idea me la dio el escritor israelita Amos Oz, cuando en la página 440 de su autobiográfica Historia de amor y oscuridad escribe “…esperaba crecer y convertirme en libro…No en escritor, sino en libro… si crecía y me convertía en libro, tenía la posibilidad de que un ejemplar perdido pudiera salvarse, aquí o en otro país, en alguna ciudad, en alguna biblioteca remota… yo he visto como los libros consiguen esconderse…
Esconderse para sobrevivir, digo yo, pues es precisamente la supervivencia el leit motiv de estas memorias que mi padre escribió a petición mía, sin ánimo alguno de publicarlas, con el único propósito de ser recordado por quienes lo amamos. Mi padre, múltiple y complejo, repetía, sin haberlo leído jamás lo que ya mucho antes había dicho Jean Paul Sartre, que los libros son voluminosas cartas para los seres queridos; o Nietzsche, por aquello de que la escritura es el poder de transformar el amor al prójimo por la vía desconocida, lejana, venidera. Así visto el escritor se convierte en el remitente que envía desde la otredad, una invitación extraordinaria a participar en una confidencia y con ello entrar en un círculo íntimo de cófrades.
Luego, se superpone otra fase, la que Nabokov bautizó como quididad , aquella por medio de la cual el texto es un asunto en sí mismo, independiente del que lo remite y con la posibilidad, planteada luego por Derrida , de provocar en cada lector, variadas inferencias
.
Aclarado mi propósito, acudo a Pessoa el más prolijo y prolífico creador de heterónimos y a Teódulo López Meléndez, traductor e intérprete virtuoso de Pessoa, para explicar que mi padre, el exitoso empresario Juan Feld, el velerista consumado, el padre, el esposo, el abuelo, el burgués, a la manera de Sándor Márai, fue solo uno, el de la imagen pública que le tocó vivir a raíz de los sucesos que signaron su existencia (1923-2008), pero doy fe de los demás: el melómano, amante de Mozart, tímido pianista y flautista que le cedió el paso al empresario; el agudo dibujante, caricaturista, artista, que abdicó frente al apoderado; el delineador de la realidad, capaz de satirizar hasta la hilaridad cualquier monotonía, que contuvo su humor dentro de los linderos domésticos porque así lo exigía la persona que ejercía el liderazgo responsable de su imago.
Que mediante estas pocas anécdotas de su vida, de esta selección de sus dibujos, de esta nota bene de su hija, heredera, lamentablemente de no todos sus defectos, mi padre se convierta en libro, ¡qué siga Vivo por excepción!
Caracas. Junio 2009